sábado, 23 de enero de 2010

Un Poco de Vino

Anvance del artículo publicado en la revista Infhos. pag 12

Quisiera agradecer la ayuda de mi hermano Luis Asenjo y el inestimable apoyo de Paloma Otero Tenacio.
"Quizás la lejanía es la responsable
de un ideal lleno de clichés que no
se adaptan a la situación real de
este país. Lo que está claro es su historia
plagada de tradición, antepasados dominantes
y rituales de honor, obsoletos e incompresibles
para una mente occidental.
La nueva cara de China es difícil de fotografiar
ya que aun es demasiado difusa.
Los acuerdos económicos y las libertades
aun no van cogidos de la mano aunque se
empiezan a abrir caminos ya recorridos
por la mayoría de países capitalistas.
En 15 años el país ha dado un giro de
360º, ha pasado de no tener una autopista
que una el aeropuerto internacional con la
capital, a ser sede de los JJOO. Tras una
cruel guerra civil, el 1 de octubre de 1949
el máximo dirigente del Partido Comunista
Chino, Mao Tse-Tung, se alzó como primer
presidente de un territorio de carácter y
tradición imperial. Aunque la gran revolución
llegó en los años 80 cuando sus
dirigentes permitieron la apertura
del mercado exterior, esta política
económica sigue en la actualidad
de la mano de Hu Jintao. Se entiende
que esta decisión es más en un
sentido económico que un cambio de
mentalidad hacia libertades individuales
o colectivas. Una China plagada de
contrastes se vuelve más patente cuando
nos adentramos en el mundo del vino. El
que se dispone a descubrir un vino chino
debe buscar un punto y aparte y romper
quizás, con todo lo que hasta ahora había
experimentado. Las comidas, donde todos
los comensales comparten plato, dejan dilucidar
una forma de relación estrecha.
Desde una celebración hasta un intercambio
comercial, en China todo gira entorno a
la gastronomía. En sus mesas redondas
vemos circular todo tipo de platos de gran
complejidad, ricos en condimentos y con
un marcado paso de lo amargo a lo dulce
y de lo ácido a lo picante.
La complejidad de las relaciones sociales
está en sintonía con el consumo de vino.
Éste sigue sin estar asociado a la comida,
y quienes lo consumen lo identifican como
un elemento de distinción, solo alcanzable
para unos pocos. Es así como se digiere el
vino en un país de marcadas diferencias
sociales.
Los contrastes gastronómicos exigen
taninos maduros y una alta acidez,
evitando los excesos de
materia y de alcohol. El resultado
es que pocos vinos llegan
a un maridaje beneficioso
para ambas partes,
quedando excluidos los
vinos amaderados, calurosos
y alcoholizados
que
tanto han causado furor en la era Parker.
La solución, es la producción de tintos diluidos
y con una acidez poco habitual para
el paladar occidental, evitando el paso
por la madera y la sobre madurez. Es por
tanto el reino de los tintos vivos y jóvenes,
y también de los blancos minerales y afrutados.
Es así como se trastocan de forma
sutil las sensaciones, en el imperio de los
sentidos donde se cuida cada detalle y se
percibe la sensibilidad de sus gentes expresada
de forma majestuosa en su gastronomía,
su música, su arquitectura y en
general en cualquier tipo de expresión
humana."




Pedro Pérez Asenjo.
Licenciado en Química
Industrial por la Universidad
de Vigo y Técnico Superior en
Viticultura y Enología por el
Institut Rural Vayres de Burdeos

En Pruebas

Lamento el desorden actual y quizás la sensación de caos que reina en el blog, pero espero subsanar la situación cuanto antes.

Pedro Asenjo Pérez