domingo, 21 de marzo de 2010

domingo, 14 de marzo de 2010

Combarro. La huella de Piedra


Combarro es como poco una huella marcada en la piedra.

Toda su arquitectura envuelve al visitante, que agradece sus estrecheces y sus pegadas casas para ponerse al amparo del desasosegado aire invernal que parece sacudir la villa de forma permanete.



Su cálida estructura contrasta con la humedad del mar, sus horreos, símbolo de prosperidad compiten con el temor que infundan sus cruceiros de doble cara, para ver quiénes son los responsables del camino que seguirán las almas de sus habitantes.







Entre sus estrechas calles, que incitan a ser recorridas, sin mayor motivo que descubrir lo que hay al otro lado, uno encuentra sorpresas e imagina lo que en otro tiempo pudo pasar allí. Es como si el entramado y laberinto sin fin que forman sus calles se comportasen como una caracola que nos susurra una y otra vez la historia de su vida.




Es, en un sitio como este donde puede entenderse a un alma introvertida y ruda en su exterior y como no su rudo y reconfortante vino de barrantes, el cual deja huella y reconforta el alma.